Mi padre me contagió el gusto por conocer nuevos lugares y también descubrir la gente que ellos habita.
Aquí relato mis experiencias. Viajar no tiene porque ser oneroso y tampoco pretensioso. Podemos llegar caminando a lugares de nuestro entorno que aún no hemos explorado y en el proceso platicar con los vecinos del lugar. La barrera del lenguaje debiera ser menos infranqueable que si nos vamos al otro extremo del planeta.


